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Si eres desarrollador, ingeniero, data, DevOps o similar, esto te va a doler un poco.
El problema no es que los técnicos no sepan comunicar. Es que comunican como técnicos. Y la decisión, casi siempre, no la toma un técnico. Si trabajas en tecnología y sientes que tu impacto no se refleja en reconocimiento, salario o promoción, probablemente no sea por falta de nivel. Es por un desajuste entre lo que dices y lo que la otra persona necesita oír para decidir.
La mayoría de bloqueos en carreras técnicas no vienen por falta de talento ni de esfuerzo. Vienen de explicar cosas correctas a la persona equivocada. La empresa no es una reunión infinita de gente racional buscando la mejor solución técnica. Es un sistema de decisiones donde influyen el riesgo, el presupuesto, los plazos y, sobre todo, el miedo a equivocarse.
Y eso cambia completamente el juego.
Tú hablas de escalabilidad y del otro lado escuchan coste. Hablas de deuda técnica y escuchan retrasos. Hablas de refactor y escuchan “vamos a tocar algo que funciona”. No es que no te entiendan. Es que están jugando a otro juego. Uno donde lo técnico es solo un medio, no el fin.
Por eso la mayoría de conflictos entre negocio y tecnología no vienen de mala intención. Vienen de explicar bien… a la persona equivocada. Cuando presentas una solución técnica sin traducirla al lenguaje del negocio, estás pidiendo un acto de fe. Y la fe no es un criterio de decisión. El poder, sí.
El técnico que progresa no es el que más sabe ni el que más habla en las reuniones. Es el que entiende quién decide, por qué decide y qué problema personal se le resuelve tomando esa decisión. Ese profesional no simplifica su discurso, lo traduce. Cambia precisión técnica por claridad estratégica, sin perder rigor.
No dice “microservicios”, dice “menos caídas y menos incendios en producción”. No dice “optimización”, dice “la web carga más rápido y vendemos más”. No dice “seguridad”, dice “menos probabilidades de salir en prensa por un problema grave”. En ese momento dejas de ser un recurso técnico y pasas a ser alguien con criterio. Y el criterio se escucha, se valora y se paga.
Comunicar mejor no es hablar más ni añadir más slides.
Es quitar, elegir y apuntar.
Es entender que tu trabajo no es tener razón, sino conseguir decisiones. Porque explicar bien no es hablar más. Es hablar para quien decide.


