README.07
La trampa del “ya me reconocerán”
Hay una frase que se repite mucho en tech, casi siempre dicha con resignación elegante: “Yo hago bien mi trabajo, así que tarde o temprano me reconocerán”.
Suena profesional. Suena humilde. Suena justo.
Y es una de las mentiras más caras que puedes creerte en tu carrera.
No porque sea falsa en teoría, sino porque en la práctica casi nunca funciona como te han contado.
El reconocimiento no es un fenómeno natural. No es lluvia que cae sobre quien se lo merece. Es un proceso social. Y si tú no participas en ese proceso, alguien más lo hará por ti. Normalmente alguien que no es mejor técnicamente, pero que sí sabe ocupar el espacio correcto en el momento adecuado.
En tecnología esto duele especialmente, porque hemos sido educados en una lógica muy cómoda: si el código funciona, si los sistemas escalan, si los bugs se arreglan, todo lo demás debería venir solo. Pero el crecimiento profesional no sigue las mismas reglas que el crecimiento técnico. Son dos juegos distintos, con normas diferentes, y mezclarlos es la forma más rápida de estancarte sin entender por qué.
Mientras tú piensas “que hablen mis resultados”, otros están aprendiendo a contar historias sobre sus resultados. No a mentir. A enmarcarlos. A hacerlos visibles. A conectarlos con negocio, con impacto, con decisiones. Y esas personas no necesariamente trabajan más. Pero avanzan más.
La trampa está en que esta estrategia pasiva te mantiene ocupado. Estás todo el día resolviendo problemas, apagando fuegos, sacando adelante proyectos. Te sientes productivo. Útil. Necesario. Y eso anestesia la sensación de estancamiento durante bastante tiempo. Hasta que un día miras alrededor y ves a gente que entró después que tú ocupando espacios a los que tú ya ni aspiras, no porque no puedas, sino porque nadie te ve ahí.
Y entonces llega la confusión. “No entiendo qué he hecho mal”.
La respuesta casi nunca es técnica. Suele ser estratégica.
No hiciste nada mal en tu trabajo. Lo hiciste todo mal en tu posicionamiento.
No hablaste de lo que hacías.
No pediste lo que querías.
No diseñaste cómo querías crecer.
Esperaste que el sistema te devolviera lo que dabas.
El sistema no funciona así.
El crecimiento real empieza cuando dejas de esperar reconocimiento y empiezas a construir visibilidad con intención. Sin postureo. Sin ruido. Con criterio. Con narrativa. Con claridad sobre hacia dónde quieres ir y por qué alguien debería contar contigo cuando surja una oportunidad.
Hacerlo bien es obligatorio.
Hacer que se note es estratégico.
Y casi nadie te enseñó esa parte.


